Silvina Moschini: “Ser femenina fue una de las claves para tener éxito en los negocios”

La argentina es la primera mujer latinoamericana en tener una empresa de mil millones de dólares

En octubre del 2020, la empresa de la argentina Silvina Moschini alcanzó el estatus de unicornio, nombre con el que se conoce a esas pocas compañías -478 en todo el mundo- que logran una valoración de mil millones de dólares. Desde entonces, la empresaria se enfrenta al desafío de dividir su agenda entre trabajo y entrevistas. Ahora el mundo entero quiere conocer su historia, que sin duda va mucho más allá de su visión de los negocios. Moschini no solo es la primera mujer latinoamericana en convertir una empresa en unicornio, sino que lo hizo de una forma poco ortodoxa. Transparent Business, su firma, es una plataforma que a través de un software monitorea, gestiona y, básicamente, simplifica el teletrabajo. Hoy, a más de un año de empezado el mayor experimento de teletrabajo en la historia a raíz de la pandemia, la solución parece obvia. Pero Moschini fundó esta empresa hace 10 años, cuando aquello del home office era una rareza, un término que casi nadie conocía y que quienes lo hacían, apenas pronunciaban.

No sorprende, sin embargo, que sea Moschini quien haya creado esta empresa, ni que sea la primera latinoamericana en conducir una compañía con esa valoración. Para ella, un mundo lleno de reglas es uno repleto de oportunidades. Y no por seguirlas, sino por doblarlas. Dirigir su empresa hasta la posición y el valor actual fue producto de una de las tantas veces que torció y cambió a su manera el camino que ya parecía trazado. La empresaria de 49 años estudió Relaciones Públicas y una maestría en comunicación. No pasó por ingeniería, ni sistemas, ni nada que fácilmente se asocie con el líder de una empresa tecnológica. Tampoco llevó a su empresa al estatus de unicornio por las vías tradicionales; investigó, buscó gente, pidió ayuda, luego dinero y, a su manera, lo logró. Pero no tocó el cielo con las manos. “Te cambian los objetivos y siempre la zanahoria está más alta. Para mí, el éxito es un eufemismo. Ser exitoso es tocar la vida de mujeres que me dicen: ‘Gracias a lo que lanzaste puedo compartir mi vida personal y hacer lo que más me gusta’. No es el unicornio, es hacer algo que pueda cambiar la vida de la gente”, asegura. Su logro sentó el precedente para que su empresa financiara el programa Unicorn Hunters, un reality show con anfitriones como el fundador de Apple, Steve Wozniak, y la ex tesorera de Estados Unidos bajo la administración de Barack Obama, Rosie Ríos. El programa favorece, por un lado, el acceso de los emprendedores a la inversión. Por el otro, brinda oportunidades de inversión para todas las personas, desde cualquier parte del mundo, en empresas concebidas como posibles unicornios.

Mientras conversa con Galería desde su casa en Miami, por Zoom, se ve al fondo una biblioteca con libros pero también plantas, un peluche de unicornio, un cuadro con la frase Wish for it tachada (deséalo), y work for it (trabaja por ello) despejada. Pero, de nuevo, se desvía de lo esperado y mueve la cámara para mostrar el gimnasio que tiene a uno de sus costados y armó durante la pandemia. Luego la mueve hacia el otro lado y deja ver su paisaje diario, una piscina en medio de un enorme jardín verde.

Creó una empresa basada en fomentar el teletrabajo hace más de 10 años, cuando muchos ni se planteaban esa posibilidad hasta antes de la pandemia. ¿Qué visión tuvo en ese momento?
Una vez me preguntaron si tengo el don de predecir el futuro. No. Tengo la capacidad de analizar datos y tendencias y sobre eso actuar, y la de ver si algo que es un problema para mí, puede serlo para otra persona. En 2009 nos fuimos a vivir a Italia con Alex, mi exmarido, porque en Estados Unidos colapsó la economía. Ahí pensamos: cuando la economía colapsa, no hay mucho negocio que puedas hacer a menos que sea uno que esté diseñado para tiempos de crisis. La escasez te trae claridad de mente, pensás cómo hacer las cosas de manera mucho más profunda o cuidadosa. Empezamos a mirar cómo podíamos optimizar nuestra propia organización, porque teníamos como 300 personas desparramadas en oficinas en distintas partes del mundo con supervisores que controlaban que la gente estuviera trabajando. Pensamos que era absurdo. El trabajo hecho en la computadora da exactamente igual si se hace desde la casa u oficina, porque si mi equipo es global, por definición es remoto, virtual. Entonces desarrollamos tecnología que nos permitió digitalizar el proceso de trabajo para, en vez de tener personas supervisando que otras hicieran cosas, poder llevar transparencia y datos para poder entender cómo iban avanzando los proyectos. Mandamos a todo el mundo a la casa y empezamos a construir una organización virtual donde teníamos un panel de control donde veías quién estaba trabajando cada cosa, cuántas horas llevaba cada proyecto, quién estaba atrasado en los deadlines. Entonces empezamos a sentir que nosotros, tradicionalmente y como todas las otras compañías, estábamos manejando una orquesta sin poder ver, con las orejas tapadas sin escuchar a los músicos. Ahí desarrollamos la plataforma Transparent Business, que se convirtió en unicornio. Fue como una herramienta interna.

Después pensamos: “Wow, si esto es un game changer, lo va a ser también para otras compañías”. En el año 2011, 2012, nos dimos cuenta de que otras compañías podían utilizarlo y lo empezamos a dar gratis para que lo usaran y aprender de lo que nos decían. Y dijimos: “Pucha, si con esto puedo manejar a mi gente, ¿por qué no voy a poder preidentificar personas que estén en mercados donde hay talento y no hay oportunidades locales, para que trabajen remoto para esos países?”, y esa es la nueva frontera del talento. Es universal, y las oportunidades no lo son. Entonces, nosotros hacemos esa intermediación. Montamos también She Works, una plataforma integral que brinda acceso a talento femenino y herramientas de gestión.

Y tuvo que venir una pandemia para que el negocio explotara y se convirtiera en unicornio.
Era una aspirina y no una vitamina. Antes yo iba y me decían: “Sí, muy bien, pero a  nosotros nos gusta ver gente en la oficina, nuestra cultura de trabajo es acá”. Pero eso no tiene sentido y estás dejando mucha gente afuera, y los jóvenes no tienen ni la más mínima gana de ir a tu oficina a trabajar, quieren viajar, quieren compatibilizar vida personal con la oportunidad de tener un trabajo que les permita disfrutar la vida. Quieren poder trabajar desde cualquier lado, de colaborar utilizando tecnología. Explotamos con la pandemia y para poder tomar el mercado que teníamos que tomar teníamos que tener plata, porque si tenés el mercado pero solo tres personas y hay que crecer orgánicamente con la plata que vas a poder ganar, no podés dominar el mercado, por eso el acceso al capital es clave. Tuve la iluminación de ir a la gente y decirles: “Señores, el mercado está explotando, vengo haciendo esto desde antes que fuera cool, sé cómo hacerlo, tengo todo lo que necesito para poder llevar esta compañía a escala, solo me falta dinero, y si ustedes me dan dinero yo voy a generar valor”. Si no hubiera dicho eso, no hubiera pasado. Eso es lo que estoy haciendo ahora con el programa Unicorn Hunters, permitiendo a otros emprendedores que puedan hacer lo mismo para llevar sus compañías a escala. Me encantaría sumar ecosistemas de emprendimiento de Uruguay.

Promueve el teletrabajo como un modelo flexible para las mujeres. Sin embargo, también se vio que las tareas del hogar recayeron mucho sobre ellas entre pandemia y home office. Entonces, ¿de qué forma cree que este modelo puede ayudar a disminuir esa brecha?
No solamente las tareas del hogar recayeron en las mujeres, que además de hacer teletrabajo estaban haciendo teleeducación, homeschooling de los hijos, lo que hizo que un 30% más de mujeres abandonaran sus trabajos, porque es básicamente imposible que uno pueda hacer todo eso en un mismo día. Ese fue uno de los efectos inmediatos de la pandemia. Ahora, la gran oportunidad es que cuando se abran las escuelas y las mujeres tengan la oportunidad de mandar a los hijos al colegio, la semillita que se sembró es que el trabajo que antes se pensaba que no se podía hacer, se puede hacer de manera eficiente y equitativa. El homeschooling ya no se va a tener que hacer o se va a continuar en algunos casos como una opción, pero es imperativo que se abran las escuelas. Pero las mujeres ya van a tener oportunidad de trabajar de manera remota. Creemos que esto va a funcionar como un acelerador de la equidad y las oportunidades, pero hay que hacer esa curvita todavía. Hay que reactivar los espacios que contienen a la educación de los niños, guarderías y actividades extracurriculares, la vuelta del apoyo a la casa, y también que nos sirva de experiencia para poder negociar mejor con nuestras parejas el rol que va a tener cada uno. Honestamente, en la época en que vivimos es absurdo que las tareas recaigan en la mujer, porque los hombres tienen la misma responsabilidad, pero en las negociaciones de la pareja la mujer tiene que mostrar que su contribución es tan valiosa como la del hombre, que los roles tienen que ser divididos.

¿Cuál es su prioridad en temas de equidad de género?
La equidad de género es un pilar central de mi estrategia de negocio. Mi foco en equidad de género es el acceso económico, la parte de empleo para mujeres. A mí no me mueven otros temas que tienen que ver con la mujer, no porque no los considere importantes, sino porque no son mi causa, porque yo no tengo mucho que aportar. Apoyo todo lo que se hace en temas como la violencia de género y acoso sexual, pero trabajo concretamente en ayudar a las mujeres a que tengan independencia económica, porque entiendo que la verdadera independencia siempre empieza por la cartera. Le meto mucho corazón y tiempo para elevar a aquellas mujeres que creo que tienen la intención y lo que tienen que tener para ser exitosas. Para mí es importante y de las cosas que más satisfacción me dan. La razón por la cual hago lo que hago es que todas entendamos que tenemos una responsabilidad en crear un futuro mejor para las generaciones que vienen. Las mujeres aún no trabajamos para acomodarnos la corona entre nosotras. A veces sentís que no tenés ese nivel de tribu y sororidad que hay que tener. Además de ir contra la corriente, también vamos contra nosotras mismas, y eso creo que hay que cambiarlo, porque es mejor pelear por una mesa más grande que pelear por la misma silla.

Fueron sus padres quienes le enseñaron que la verdadera independencia empieza con la económica. ¿Cuál es su relación con el dinero?
El dinero es solamente importante para no tener que pensar en el dinero, para poder mejorar la vida de la familia, de los amigos, del mundo y tener una visión más filantrópica. Fue lo que a mí me permitió poder ocuparme de otras cosas y no del dinero. El poder generar riqueza me permite poder ayudar a otras mujeres, poder hacer cosas por las cuales no tengo que cobrar porque tenés el respaldo y el apoyo para poder hacerlo. Es sumamente importante porque para que las mujeres tengamos verdadera libertad tenemos que tener independencia económica.

Dice que el liderazgo femenino todavía resulta antipático. ¿Por qué?
A pesar de que ahora está bastante de moda y que todo el mundo habla del empoderamiento, yo no siento que las mujeres necesitemos ser empoderadas. Siento que tenemos el poder adentro y que tenemos que aprender a usarlo y aprender a no sentir que tenemos que disculparnos por tenerlo, como no tenemos que disculparnos por ser bonitas, inteligentes, exitosas, no tenemos que disculparnos por ser poderosas. Desde chiquitas nos enseñan a ser princesas, a que nos vean y estar bonitas pero que no nos oigan, porque podemos incomodar. Hay que hablarle al diablito que nos genera ese síndrome del impostor que afecta a todas las mujeres exitosas en todos los niveles en algún momento de su vida, y darnos cuenta de que los únicos límites que tenemos están siempre viviendo en nuestra cabeza.

¿Alguna vez sintió que debía renunciar a su feminidad para crecer en su carrera u obtener cierto logro?
Nunca jamás se me ocurrió. Soy loca de los zapatos, del fitness, de los vestidos, los animales. Como mujer, creo que el ser femenina y que me gusten las cosas que nos gustan a las chicas es una de las armas secretas que fueron la clave de que haya tenido la oportunidad de que me haya ido bien en los negocios. Estoy trabajando en un libro que se llama Skirt the rules. Son lecciones de liderazgo, doblando las reglas sin quebrarlas y que se centran precisamente en esto, en este poder que tenemos las mujeres de redefinir los modelos de éxito y de liderazgo a través de nuestra capacidad empática, de nuestras habilidades para construir relaciones, para construir nuestra tribu, de mirar el impacto y el propósito en las acciones que hacemos. Creo siempre que el éxito en los negocios radica en no pensar nunca como prioridad en el éxito financiero, sino en pensar que si hacemos las cosas bien, el universo conspira para lograr lo que queremos. Mi superpoder ha sido ser una mujer femenina, con debilidades, con vulnerabilidades, con gusto y pasión por los zapatos y las carteras y los vestidos, y por ser simple, ser transparente, sencilla y apasionada y también por ser emotiva. Porque la emotividad, que a veces nos acusan como que es algo malo porque lo asocian al drama y la debilidad, hace que la gente conecte. Mi superpoder radica en ser una mujer que se siente y está profundamente orgullosa de ser mujer.

Foto: Maxi Failla

También dobló las reglas a la hora de llevar a su empresa a estatus de unicornio de una manera diferente a la tradicional, a través de una oferta privada global. ¿Por qué optó por ese camino?
A uno lo programan con que la única opción que tenés como emprendedor es el camino de ir por la aceleradora, el inversor ángel, después levantar capital de venture capitals y después, si crecés lo suficiente, private equity, y después si te va bien vendés la compañía o la llevás a la bolsa. Y yo hice todo al revés, porque para mí como emprendedora, mujer, latinoamericana, imaginate que no era fácil levantar capital. Solo el 2,2% del capital de riesgo va a empresas lideradas por mujeres. Pero además también por las condiciones que te daban para levantar capital. Yo soy emprendedora porque quiero crear un modelo que pueda reflejar la forma en que yo veo el mundo, y si perdés el control de tu compañía perdés la capacidad de tomar decisiones estratégicas, porque ya otro es dueño.

¿Cuál fue, entonces, el camino para convertirla en unicornio?
Soy la accionista mayoritaria y nunca fui a venture capitals, fui a la gente con un instrumento que muy pocos conocían y se usaba para cosas chiquititas, que es equity crowdfunding, y lo llevé a escala. Lo que hice primero fue asesorarme con los mejores expertos en el tema, porque obviamente es muy delicado. En Estados Unidos está profundamente regulado y había que ver si esto era posible desde el punto de vista legal. Armé un equipo de abogados especializados, otro de relaciones con inversores, otro de marketing digital, y lo que hice fue levantar casi 50 millones de dólares, llevar a mi compañía a estatus de unicornio, a que valiera en octubre de 2020 mil millones de dólares, hoy vale 3.000 millones de dólares y me está yendo superbién levantando capital. Creemos que vamos a salir a la bolsa de Estados Unidos a fin de año, y llegar a 10.000 millones de dólares. Seguimos multiplicando la valuación, generando valor para nuestros inversores que son más de 3.000 de más de 200 países, a través de una figura que te permite básicamente que como emprendedor puedas publicitar la venta de pedacitos de tu compañía en gran escala.

Lo logró con su compañía y ahora su empresa financia el reality show Unicorn Hunters. ¿Cuál es su objetivo?
El show es para democratizar y masificar algo que en el pasado era superpesado, denso y aburrido que eran los shows de negocios. Hablar de levantar capital era una cosa para el 1% de la población. Lo que queremos hacer con Unicorn Hunters es crear contenido de negocios para democratizar el acceso a oportunidades de inversión para el 99% de la población que hoy no tiene acceso a estas oportunidades de invertir en compañías que pueden ser el próximo Facebook, Space X, Tesla, cuando todavía son baratas, porque son chiquitas, pero tienen todo lo que hay que tener para ser exitosas. Nadie sabe si va a pasar o no, pero hay condiciones que nosotros estudiamos de lo que hace que una compañía pueda convertirse en unicornio, que las podés detectar en etapa temprana. El show es multiplataforma, vamos a ir a televisión pero empezamos con Amazon Prime, YouTube y Facebook.

¿Cuáles son esas condiciones detectadas en etapa temprana para convertirse en unicornio? 
Que tenga un mercado que sea lo suficientemente grande para convertirse en un negocio de gran escala. También tiene que tener una solución que sea disruptiva y que pueda resolver un problema que tenga bastante urgencia. Un equipo de liderazgo, empezando por los fundadores, que pueda atraer talento de alta calidad, que pueda transmitir confianza tanto para inversores como para potenciales clientes y partners. Tienen que tener fundadores con una ética de trabajo inquebrantable, y capacidad de atraer capital, porque sin capital no hay posibilidad de poder escalar compañías. Llegar a una valuación de mil millones de dólares en forma orgánica es prácticamente imposible.

También es fundamental la capacidad de resiliencia, el saber que va a estar para sacar la compañía adelante pese a que le van a decir un montón de no en el camino. Todos hablan del éxito pero nadie habla de lo que te lleva al éxito, el dolor, el rechazo y el sacrificio que hay en el camino hacia poder mover una compañía para adelante. Se necesita capacidad de manejar la ambigüedad y presión. El burnout es un tema muy serio en los emprendedores, y en las emprendedoras ni te cuento.

¿Le pasó alguna vez?
Me pasó y lo aprendí por las malas, porque casi me paso para el otro lado. Un día me levanté sintiendo que no estaba disfrutando lo que estaba haciendo, que no podía pensar claramente. Eso nos pasa a todos, que tenés todo en la vida porque estás haciendo algo que te divierte, te va bien porque tenés una familia que te quiere, grandes amigos, estás sana, tenés una vida sin privaciones y decís: “No estoy disfrutando”. A veces también sentís que tu cabeza no está virando. Hay veces que sos una máquina de generar ideas y hay otras que vas estable, cuando vas steady es porque necesitás un descanso. La creatividad, la capacidad de resolver, necesita que la cabeza se resetee y el no dormir te agota física y mentalmente. Y la presión hace que uno se acostumbre a un estrés crónico, pero cuando te sale un estrés que es distinto al que estás acostumbrado, te puede saltar un burnout.

A mí me inspiró mucho Arianna Huffington, ella tiene un libro, Thrive, que cuenta la historia de cómo un día, por falta de sueño, porque trabajaba como un perro, se desmayó, se golpeó la cabeza y se levantó en un charco de sangre. Ahí se dio cuenta de que no podía seguir ahí, que había llegado a un punto donde tenía que cambiar su encare hacia el trabajo. Porque trabajar duro no quiere decir trabajar sin parar, quiere decir enfocarte, producir, regularte, pero entender algo que para mí es muy importante, que es que uno es su cliente más importante. Esto aplica a todos, a los emprendedores, a personas que trabajan en relación de dependencia, a las mamás, a todos. Yo me forcé a aprender a meditar, todos los días me levanto a la mañana, hago una hora de gimnasia, yoga o spinning, lo que sea. Eso me mantiene sana.

Estudió comunicación y marketing. ¿Cómo llegó a fundar y liderar una empresa tecnológica con éxito?
Rara vez un CEO toca una línea de código. Lo que hay que saber es cómo ser un buen líder y entender qué es lo que la tecnología puede hacer para mejorar el mundo, dar soluciones de escala y cómo atraer y gestionar equipos que saben de tecnología. Lo clave es entender lo que la tecnología puede hacer por nosotros como compañía y por el mundo, y sobre eso buscar expertos en cada una de las áreas para que puedan ejecutar sobre la visión. También es importante la capacidad de comunicación, de ser un storyteller. Soy una persona de comunicaciones, y si no podés articular bien cuál es tu historia, el qué vas a hacer, cómo vas a impactar en la vida de la gente, no vas a poder convencer a gente valiosa de que se sume a tu causa con plata, con contratos, con trabajo.

Su exmarido, a quien conoció a través de una página de búsqueda de pareja, terminó convirtiéndose en su socio. ¿Cómo se dio?
Vos ponés la lista de lo que querés, te describís y los algoritmos se cruzan y te dan coincidencias. En eso me inspiré para crear la compañía de matching de talento She Works. Alex es superanalítico, ingenieril, matemático, yo soy completamente el polo opuesto, y eso nos hace muy buenos socios, porque nos complementamos y cada uno aporta cosas de valor que son bien diferenciales, y no hay conflicto. Uno tiende a juntarse con gente que se ve como uno, y que sabe lo que sabe uno, pero pan con pan es comida de tontos. Lo que tenés que buscar es el complemento. Para mí, que él sea mi familia también suma mucho valor, porque tenés un compromiso que es muy fuerte el uno con el otro, pero sobre todo un compromiso en común con los inversionistas.