In times of crisis, women emerge as a force to be reckoned with

Nota originalmente publicada en Forbes

La gestión de las mujeres es más eficiente y productiva, sobre todo en tiempos de crisis. El futuro tiene cara de mujer.

Jacinda Ardern, la Primer Ministro de Nueva Zelanda, uno de los países que mejor manejó la pandemia de Covid-19 dijo en una entrevista: “Una de las críticas que más recibo es que no soy lo suficientemente agresiva o asertiva. O que, por ser demasiado empática, parezco blanda. Estoy totalmente en contra de esta idea. Me niego a creer que no se puede ser a la vez compasiva y fuerte.” Y en otra oportunidad declaró: “Para mí, liderazgo no se trata de quién habla más fuerte sino de quién es capaz de construir un puente. Para mí, liderazgo es encontrar en una discusión aquello que no encaja y tratar de construir desde ahí.”

¿Qué tienen los gobiernos liderados por mujeres que son más eficientes en el manejo de las crisis? Mucho se escribió el año pasado sobre por qué las decisiones que tomaron las administraciones de Alemania, Dinamarca, Noruega, Islandia, Finlandia, Taiwán y Nueva Zelanda fueron más efectivas para hacerle frente a la pandemia que los planes de las grandes potencias, a cargo de hombres. Un estudio conjunto de la Universidad de Pretoria y Trinity College sostiene que los países a cargo de mujeres registraron seis veces menos muertes que los restantes 29 consultados para la muestra. El estudio revela que las gestiones femeninas responden mejor a las necesidades básicas del ser humano y que ponen más énfasis en el bienestar social y ambiental que sus colegas masculinos.

Un liderazgo fuerte es aquel que equilibra los rasgos fuertes con los blandos. Y, aunque inmediatamente asociemos los primeros a los hombres y los segundos a las mujeres, no son privativos. En The Athena Doctrine: How Women (and the Men Who Think Like Them) Will Rule the Future, John Gerzema destaca como valores blandos la expresividad, la paciencia, la intuición, la lealtad, la flexibilidad, la humanidad, la empatía y cierta ética por detrás de sus decisiones. Todos sustantivos femeninos que, sin embargo, no son propiedad de las mujeres. El liderazgo del futuro, sostiene Gerzema, se define en términos colaborativos: los líderes más exitosos serán aquellos que puedan integrar estos valores en su administración, independientemente de su género.

Pero pasemos ahora a los datos duros, que confirman estos pronósticos:

Un estudio del Grupo Nordea prueba que existe una relación entre liderazgo femenino y menor volatilidad en los resultados de una empresa.

Las compañías con tres o más mujeres en su directorio obtienen mejores retornos si se las compara con otras que sólo tienen hombres, dice Morgan Stanley Capital Index.

En el universo del emprendedorismo, aunque los hombres obtienen más capital que las mujeres, es mejor negocio invertir en ellas porque generan 78 centavos de ganancia contra los 31 centavos que generan los emprendimientos masculinos.

Pero el liderazgo femenino también tiene un poderoso impacto social: las compañías que tienen al menos una mujer en su directorio contratan 2,5 más mujeres que uno todo de hombres. Lo que nos lleva a concluir que la mejor manera de contribuir con la meta de la igualdad de género, uno de los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible que la ONU propone para 2030, es contratar mujeres.

El mundo post-Covid demanda un reseteo general. En este universo volátil e impredecible que tenemos por delante, estoy convencida de que un liderazgo que transforme la vulnerabilidad en poder es la mejor guía tanto a nivel privado como público. En el Mes de la Mujer, celebremos que son ellas las que muestran el camino.